Una nueva oportunidad


Aún recuerdo aquel día en que Eva me paró frente a Nani, ese precioso Silla Francés de su hija, pretendiendo poner mi mano abierta hacia arriba con una zanahoria para que aquel “animalito” de 1,70 mts. a la cruz la obtuviera como premio con su boca. Pude sentir como, simbólicamente, 37 años de hombre urbanita se escurrían entre mis pantalones. Fue así ¿por qué ocultarlo? Considero haber sido un hombre muy valiente y fuerte frente a muchas adversidades de la vida, pero no hay Ser sobre la tierra que no tenga un mundo interno de temores, que en mi caso, ahí estaban proyectados en ese animal que para mi tenía, en ese momento, el tamaño del Caballo de Troya.
Sinceramente puedo hablar de un antes y un después.

Desde aquel día las ocasiones de estar con caballos empezaron a ser constantes y las sincronías iban en una misma dirección. No perdí una sola oportunidad, me he acercado a cuanto caballo he podido, observando sus comportamientos y disfrutando de su grandísima pureza.  Las ocasiones de estar con estos animales empezaron a ser constantes.: hípicas, talleres, clinics, coaching, formación.
Mi vida cada segundo más alejada de mi querida Madrid, que me había arropado 10 años y cada vez más cerca de algo que poco había experimentado en mi vida: la Naturaleza.

Descubrir que estar frente a un caballo es estar frente a un gran espejo ha sido lo que más me ha impactado, viniendo a mi cabeza las palabras de Jorge Luis Borges, que decía algo así, como que temía a los espejos, ya que no hacían más que multiplicar su propia realidad. Sin dudas, pararnos frente a un caballo es enfrentarnos a nuestro reflejo. A la “realidad” que nos creemos. Un caballo no entiende de dudas, no entiende de grises. Un caballo basa su relación en la confianza y es inevitable que su reacción sea la devolución de una imagen de nosotros mismos. Exige de ti que estés en su mismo estado, el del Aquí y el Ahora, el vivir en el presente sin más. Un estado que el mismo Universo habla, el de la Coherencia.

Siempre fui un apasionado de los comportamientos humanos, de las trampas de la mente y las proyecciones que realizamos. Observar, como de alguna manera, somos víctimas de nuestros propios miedos, presos de nuestra propia historia, de nuestra propia incertidumbre de “qué será” y sentirnos incapaces de vivir lo único que realmente poseemos, el Presente. Sin embargo, otro descubrimiento personal ha sido que mi mente no entiende de “miedos a”, sino simplemente de miedos. El obligarme a ponerme frente a un caballo, no sólo hizo que perdiera ese absurdo temor a esos grandes animales, sino disminuyó en mí el Miedo. Ese miedo general, a veces tan absurdo como el que pude tenerle a un caballo y que hoy ante su ausencia me deja disfrutar de ellos.

Por esto mismo, he decidido emprender este nuevo camino junto a Eva y estos Maestros, dar un vuelco de 180º nuevamente a mi vida, para que más gente pueda vivir esta experiencia, conectar con esa energía de la Naturaleza tan fuerte y poderosa. Vivir, al menos en un momento para que luego se repita, el poder del Aquí y el Ahora. Deshacer el camino andado y volver a la fuente, sentirnos parte de ella otra vez.

Por todo esto, una vez mas, digo… GRACIAS!

Ariel Ferrante
Coordinador de Actividades

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